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 EL PERÚ NO ES EL IMPERIO DE LOS INKAS 2 DA PARTE

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2 participants
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Jose
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Nombre de messages : 2
Date d'inscription : 03/10/2006

EL PERÚ NO ES EL IMPERIO DE LOS INKAS 2 DA PARTE Empty
MessageSujet: EL PERÚ NO ES EL IMPERIO DE LOS INKAS 2 DA PARTE   EL PERÚ NO ES EL IMPERIO DE LOS INKAS 2 DA PARTE EmptyLun 9 Oct à 5:00

Ello promueve, en "reciprocidad", el trabajo obligatorio de
las comunas en las
tierras de la clase dominante (las denominadas "tierras del Inca"
y "tierras del Sol"),
trabajo que se verifica por medio de la mita. Esta viene a ser
evolución de la minka,
que sin embargo subsiste.
Emergen, de otro lado, esclavos individuales, para trabajar en
palacios y templos,
en las ciudades y centros administrativos, hombres y mujeres que la
comuna
proporciona desprendiéndose de sus mejores especialistas, artesanos,
artistas, etc.
Son los llamados yanas; especifiquemos, yanas de tipo antiguo, porque
luego han de
surgir otros con ocupación distinta.
La comuna entrega, asimismo, una porción de esclavas, las denominadas
acllas,
condenadas a trabajar en talleres textiles para después ser
repartidas por el Inca
como si se tratasen de cualquier objeto de regalo. Fuera de ello, la
comuna es perturbada
con la intrusión de advenedizos, los llamados mitimaes, aunque parece
que el
estado no se proponía aún liquidar los vínculos colecticios.
La expansión imperial prosigue incontenible con Túpac Inca Yupanqui,
sucesor
de Pachacuti. Pero, surge paralela una nueva contradicción, al
rivalizar las panakas
de ambos gobernantes. De esta forma, además de persistir la
contradicción Hurin
contra Hanan, se va a dar también la contradicción Hanan contra
Hanan. Continúa
latente y tiende a agravarse, asimismo, la contradicción entre el
clero solar y el ejército,
al copar los mandos de éste la mayor parte del poder.
El cuadro se complica al desarrollarse con fuerza la contradicción
entre el imperio
y los señoríos provinciales o locales representados por régulos y
curacas. Hombres
libres son en este estadio los orejones y los curacas, aquellos cada
vez más ricos y
éstos deviniendo paulatinamente menos ricos.
El imperio ya no basa el comercio en el trueque el intercambio de
productos
sino que establece lo que inadecuadamente se ha dado en
llamar "redistribución". Las
comunas construyen grandes colcas por doquier, donde es almacenada la
mejor y
mayor parte de la producción . El estado despótico controla la
distribución y acapara
lo máximo para la minoría dominante; respeta, sin embargo, el límite
fisiológico de
las mayorías trabajadoras, procurando que no padezcan hambre, socorre
a zonas
afectadas por catástrofes naturales, como sequías e inundaciones, y
de paso consolida
la ideología de dominación apareciendo como benefactor y paternalista.
Hablamos hasta aquí de esclavismo patriarcal o masificado, con
preservación
de la comuna, similar al que existió en el Oriente, como queda ya
dicho.
Hacia 1480, en las postrimerías del gobierno de Túpac Inca Yupanqui,
ese
cuadro empieza a cambiar aceleradamente. Las pugnas entre las
facciones de la clase
dominante (orejones contra orejones) produce una rebelión de vasta
escala, que es
reprimida con gran esfuerzo. Según diversos informantes, miles de
sublevados caen
prisioneros y son condenados a morir, pero la Coya (emperatriz o
esposa principal del
Inca) aboga por ellos porque al parecer está emparentada con algunos
de los líderes
rebeldes. Túpac Inca Yupanqui cambia entonces la pena capital por la
de trabajos
forzados a perpetuidad, en las tierras que ha empezado a ceder a
miembros prominentes
de las principales panakas en los valles cercanos al Cuzco.
Como el perdón se otorga a la vera de un río de aguas oscuras
(Yanayaco en
runasimi), los perdonados, convertidos en esclavos perpetuos, ellos y
sus descendientes,
van a ser llamados yanas de nuevo tipo, yanas del campo, diferentes a
los yanas
de la ciudad o de tipo antiguo ya existente.
Bajo ese molde, los vencidos en las guerras se convierten desde
entonces en esclavos
del campo, como los Cañaris y Chachapoyas que los españoles
encontrarán
trabajando en el Valle Sagrado de los Incas. Las crónicas y cierta
historiografía los
llamaron mitimaes forzados. No fueron otra cosa que prisioneros
esclavizados, arrancados
definitivamente de sus ayllus originales para trabajar en los
latifundios que
emergían cerca al Cuzco, propiedad privada en ciernes.
Ese fenómeno evolutivo origina una nueva contradicción, entre los
pueblos
asolados por las guerras y el estado imperial; ampliación de la
contradicción desde
antes existente entre el estado imperial y los señores provincianos.
Por decirlo con un
ejemplo: no sólo los curacas Cañaris odian a los orejones; los
repudian también los
Cañaris del común pues las guerras los convierten en esclavos de
nuevo tipo, violentamente
trasladados de sus querencias a lugares distantes de los cuales
difícilmente
regresan.
De otro lado, hay síntomas de que por ese tiempo los Incas conceden
privilegios
a los mercaderes, otro grupo que empieza a desarrollarse. Cabe citar
a los señores
de Chincha, que transitan a lo largo de la costa, en algunos tramos
por mar, y
también de la costa a la selva, utilizando auquénidos y hombres de
carga. Posiblemente
comercian objetos raros, de difícil adquisición, aquellos que no es
posible obtener
en las colcas. El comercio parece florecer en el septentrión,
permitiendo contacto
con naciones que habitan más allá de las fronteras tahuantinsuyanas.
Se evidencia,
además, algo de trascendental importancia: la aparición de la moneda,
en forma de
pequeñísimas hachuelas de cobre, y también en la utilización como tal
de las conchas
del spondylus, un raro molusco, relacionadas asimismo con ofrendas
religiosas. Respecto
a la creciente influencia de los comerciantes, sería significativa la
presencia del
señor de Chincha, cargado en andas, acompañando al Inca Atahuallpa en
Cajamarca,
hecho citado en las crónicas.
Latifundios en formación, esclavos de nuevo tipo, emergencia de
mercaderes y
aparición de moneda son características germinales del esclavismo
clásico, fase evolucionada
del modo de producción esclavista que se desarrolló en Grecia y Roma,
fundamentalmente.
Si a ello agregamos el afán de los últimos Incas por disolver la
comuna, implantando
el sistema decimal para el reclutamiento de guerreros y mitayos, hay
mayor
base para sostener la hipótesis del esclavismo clásico germinal,
proceso que se
acelera durante el gobierno del Inca Guayna Cápac, con el incremento
de los esclavos
capturados en guerra, agudizando las tensiones entre orejones y
yanas, a la par que el
descontento de los señoríos frente al imperio.
Escapa a esta síntesis la explicación sobre los yanas encumbrados,
aquellos
que por méritos especiales habían ganado el favor del Inca. Ellos
entrarían también
en contradicción con los orejones, por ambiciones de poder. Queda por
explicar asimismo
una contradicción que por entonces emerge y que va a adquirir
importancia
en el periodo inmediatamente posterior: la de los príncipes de madre
provinciana
contra los príncipes nacidos al interior de las panakas.
Ahora bien, no todos los orejones serían partidarios de las nuevas
formas de
dominación, y así se entiende que a la muerte de Guayna Cápac, uno de
sus hijos,
Huáscar, representante de la panaka de Túpac Inca Yupanqui, terminase
renegando
de ese origen Hanan Cuzco para desatar la guerra civil proclamando la
restauración
de los Hurin Cuzco. Se convirtió así en instrumento de los intereses
del clero solar
decadente, defensor de las antiguas formas de dominación. Significaba
esto un retroceso
en la evolución del esclavismo incaico, un golpe de estado a la vez
porque pretendió
despojar al ejército de su preeminencia como facción dominante. La
contrarrestauración
fue entonces liderada por Atahuallpa, hijo predilecto de Guayna Cápac,
príncipe de la panaka de Pachacuti y caudillo del ejército.
La guerra civil incaica va resolver así las contradicciones entre
grupos de poder
(clero solar contra ejército), entre dinastías (Hurin Cuzco contra
Hanan Cuzco) y entre
panakas (la de Túpac Inca Yupanqui contra Pachacuti).
Reconstruido así el proceso, apreciamos que la guerra es epílogo de
contradicciones
de antigua y nueva data. Se descarta así la superficial
interpretación que habló
de un simple enfrentamiento fraticida; asimismo aquella que inventó
una lucha entre
quiteños y cuzqueños; como también el absurdo de plantear la
existencia de una guerra
ritual, hoy puesto a la moda.
El triunfo de Ccacha Pachacuti Inca Atahuallpa sobre Huáscar Inti
Cusi Guallpa
va a ser la definitiva victoria, si bien efímera, de lo nuevo sobre
lo viejo, la evolución
violenta del esclavismo incaico.
Ese proceso, que se había desenvuelto de manera autónoma, fue
trastornado
con la paralela intromisión de los invasores españoles, cuya guerra
de conquista resolvería
las contradicciones entre los señoríos y el imperio, y entre los
orejones y los
yanas. Los españoles aparecieron como aliados de los señores
provincianos, que casi
en su totalidad les prestaron inmediato apoyo. Pero fundamentalmente
los españoles
se autoproclamaron libertadores de los yanas esclavos, que se les
unieron en masa.
De los pobladores del Tahuantinsuyo, uno de cada mil luchó contra los
españoles; el
resto, coadyuvó de una u otra manera en la caída del imperio de los
Incas. Nada tuvo
que ver en esto el patriotismo o el nacionalismo, sino la lucha
contra la opresión.
El estado esclavista incaico se derrumbó porque engendró en su seno a
una
clase antagónica, la de los yanas esclavos, y por sus otras muchas
contradicciones.
Las visibles provocaron la crisis que generó la guerra civil entre
orejones; las subyacentes
afloraron impetuosamente a la sola presencia de un poderoso elemento
disturbador,
cual fue el invasor español.
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claude
Rang: Administrateur
claude


Nombre de messages : 205
Date d'inscription : 14/08/2004

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MessageSujet: Re: EL PERÚ NO ES EL IMPERIO DE LOS INKAS 2 DA PARTE   EL PERÚ NO ES EL IMPERIO DE LOS INKAS 2 DA PARTE EmptyVen 13 Oct à 19:26

ouh la j'ai pas tout compris mais bon pas de politique ici stp Mad puis peux-tu ecrire en français ?
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EL PERÚ NO ES EL IMPERIO DE LOS INKAS 2 DA PARTE
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